Para comenzar: ¿qué son los psicobióticos?
El término psicobiótico fue acuñado por primera vez en 2013 por Ted Dinan, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Cork (Irlanda). Dinan, uno de los principales expertos mundiales en el estudio del eje intestino-cerebro, lo utilizó para referirse a “un organismo vivo que, cuando se ingiere en cantidades adecuadas, produce un beneficio para la salud mental”.
A diferencia de otros probióticos, los psicobióticos contienen otras cepas de bacterias capaces de modificar la función de la corteza suprarrenal, donde se produce casi el 95% del cortisol de nuestro organismo, una hormona que aumenta el nivel de estrés y ansiedad.
Pero, para comprender el mecanismo de acción de los psicobióticos, debemos entender cómo funciona nuestro “segundo cerebro”, que está formado por el sistema nervioso entérico.
Nuestro intestino está considerando nuestro segundo cerebro, debido al gran número de neuronas que hay en nuestro estómago. Concretamente, en las paredes del tubo que conforma nuestro intestino se encuentran vainas de neuronas. Ese segundo cerebro contiene unos 100 millones de neuronas, pocas en comparación con las que se encuentran en el cerebro, pero muchas más de las que se hallan en la médula espinal y el sistema nervioso periférico. Esas neuronas le confieren al sistema nervioso entérico cierta independencia del cerebro.
De hecho, en el sistema nervioso entérico se producen más de 30 neurotransmisores, las sustancias que usan las neuronas para comunicarse. Una parte se destina a la rutina diaria de la digestión, pero cada vez más neurocientíficos piensan que este sistema es demasiado complejo como para desarrollar únicamente funciones digestivas.
La principal vía de comunicación del eje intestino-cerebro, una red bidireccional compuesta por el sistema nervioso autónomo y entérico así como los sistemas neuroendocrino, metabólico e inmunitario,podría ser el nervio vago, que parte del bulbo raquídeo y cuya rama derecha llega hasta los intestinos. De hecho, alrededor del 90% de las fibras de esa rama del nervio vago llevan información del intestino al cerebro y no a la inversa.
¿Cómo los psicobióticos pueden afectar tu estado de ánimo?
Algunas condiciones médicas se han asociado con cambios en el estado de ánimo, como el síndrome del intestino irritable y el síndrome de fatiga crónica, por lo que también podrían estar relacionadas con los cambios en la microbiota intestinal. Ambos trastornos no solo se agravan con el estrés sino que tienen un vínculo con la depresión. De hecho, los trastornos del estado de ánimo afectan a más de la mitad de los pacientes con síndrome del intestino irritable, razón por la cual a menudo se recetan antidepresivos como tratamiento.
De manera similar, otros problemas psicológicos se han relacionado con una desregulación de la microbiota. Un estudio realizado por investigadores de la University College Cork en animales descubrió diferencias significativas en la microbiota intestinal en los ejemplares con depresión. En las personas, se hipotetiza que el aumento de la concentración de citocinas pro-inflamatorias que se produce en la depresión mayor podría ser el resultado de una desregulación de la microbiota. Otras psicopatologías como el autismo, la esquizofrenia e incluso algunos trastornos neurodegenerativos también se han vinculado con este problema.
La explicación podría encontrarse en el hecho de que las bacterias que se encuentran en nuestro intestino intervienen en la producción de los neurotransmisores y neuromoduladores. Investigadores de la Universidad de California han comprobado que algunos metabolitos de la flora bacteriana promueven la producción de serotonina en las células que recubren el intestino. Es un descubrimiento muy interesante puesto que muchos de los medicamentos antidepresivos lo que hacen es aumentar la producción de serotonina. Sin embargo, lo más sorprendente es que el 95% de la serotonina del cuerpo se concentra precisamente en los intestinos.
Por tanto, no es descabellado pensar que esos neurotransmisores ejercen una influencia en nuestro estado de ánimo, decisiones y comportamientos mediante el eje intestino-cerebro.
También se conoce que los metabolitos microbianos pueden enviar señales al cerebro que influyen en la fisiología de la barrera hematoencefélica. Los microbios intestinales descomponen carbohidratos complejos en cadenas cortas de ácidos grasos, uno de los cuales, el ácido butanoico, fortifica la barrera hematoencefálica mejorando las conexiones entre las células nerviosas. Además, la microbiota modula una gran cantidad de neurotrofinas y proteínas relacionadas con el desarrollo y la plasticidad cerebral, por lo que una desregulación podría terminar provocando cambios en el funcionamiento de nuestro cerebro.
¿Qué beneficios aportan los psicobióticos a tu salud mental?
El análisis del segundo cerebro y la microbiota aún es un campo en ciernes pero los diferentes experimentos realizados con animales y personas han concluido que los psicobióticos son beneficiosos para las funciones cognitivas, mejoran el estado de ánimo y podrían usarse como tratamiento complementario en algunos trastornos psicológicos.
- Disminuyen el estrés y la ansiedad. Un grupo de neurocientíficos japoneses concluyeron que incluir leche fermentada en la dieta durante ocho semanas, contribuye a aliviar la tensión, la ansiedad y el estrés. Analizaron a un grupo de estudiantes que se estaban preparando para un examen importante y descubrieron que quienes incluyeron probióticos en su dieta tenían un nivel más bajo de cortisol, la hormona del estrés, así como una mayor cantidad de serotonina, la cual potencia la sensación de tranquilidad y bienestar. De hecho, sabemos que existen algunas cepas probióticas específicas, como el Lactobacillus helveticus y el Bifdobacterium longum, que pueden reducir el nivel de estrés y estimular un estado de relajación.
- Mejoran el autocontrol emocional. Un grupo de neurocientíficos de la UCLA comprobaron que el consumo de yogurt rico en psicobióticos dos veces al día durante cuatro semanas provoca cambios en el funcionamiento de algunas zonas del cerebro relacionadas con la reactividad emocional. Las personas que participaron en el experimento lograban controlar mejor sus respuestas emocionales y aumentaba su tolerancia al estrés.
- Alivian la depresión. Un metaanálisis realizado por investigadores chinos reveló que los psicobióticos pueden aliviar los síntomas de la depresión mayor en las personas menores de 65 años. Consumir Bifidobacterium infantis o Lactobacillus rhamnosus durante seis semanas era suficiente para cambiar la bioquímica cerebral generando una mejoría significativa de los síntomas y disminuyendo la angustia psicológica.
- Combaten la ansiedad y las obsesiones. Los psicobióticos que contienen Lactobacillus rhamnosus, una bacteria que también se halla en nuestro intestino, pueden aliviar la ansiedad actuando sobre la expresión de los receptores GABA, que es el principal neurotransmisor inhibidor y relajante del sistema nervioso central. Además, investigadores de la Lehigh University descubrieron que esta bacteria resulta tan eficaz para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo como la fluoxetina, uno de los medicamentos más recetados.
Alimentos psicobióticos
Los alimentos fermentados proporcionan bacterias buenas (probióticos), pero como no sobreviven en el colon durante mas de una o dos semanas, es necesario incluirlos a diario en tu alimentación: yogur, pepinillos, aceitunas aliñadas, el buttermilk, el kefir, el tempeh, el miso, el chucrut, el kimchi, o el te Kombucha.
También se puede actuar sobre la flora tomando prebióticos que contienen nutrientes no digeribles, pero que alimentan a los microorganismos de la flora intestinal (cereales integrales, calabacín, coliflor, cebolla, plátano y ciruela, etc.).
Estos probióticos (Bifidobacterium infantis, Bacillus o Streptococcus…), a dosis adecuadas producen un beneficio en pacientes afectados por alteraciones mentales o emocionales, ya que generan sustancias como la serotonina, con efectos ansiolíticos y antidepresivos.
También se ha comprobado en ensayos clínicos que los suplementos de probióticos en voluntarios sanos mejoraban los niveles de estrés psicológico, la ira y hostilidad, la ansiedad y la depresión.